El estrés es una auténtica PANDEMIA.
Vamos a todos lados corriendo, sin respiro, haciendo una cosa detrás de otra, sin descanso, quitándole horas al sueño, levantándote por la mañana a toda prisa, sin poder sentarte a tomarte tranquilamente el café, sin dejar tiempo para tu familia, para tu ocio
Se calcula que el 30% de la población sufre estrés crónico.
Sin embargo, hay un estrés bueno y un estrés malo.
El bueno surgió en los orígenes de las especies, como una reacción fisiológica para salvaguardar la vida del individuo.
Es una reacción dirigida por el cerebro ante un peligro para preparar al cuerpo para luchar (si el cerebro detecta que el adversario puede ser vencido) o para huir (si el cerebro detecta que el adversario es más poderoso)
Durante el estrés se liberan muchas sustancias (glucocorticoides y noradrenalina fundamentalmente)
- Aumenta la tensión arterial.
- Llega más sangre al corazón que late mas rápido.
- Se envía más sangre a los músculos (por si hay que huir o luchar) y al cerebro (pensar rápido).
- Se dilatan los bronquios para que llegue más aire y oxigeno a los músculos y cerebro.
- Se deja de almacenar glucógeno y se libera más glucosa.
- Disminuye la función digestiva.
- Se dilatan las pupilas, etc.
Pero hoy ya no tenemos verdaderos depredadores a la vuelta de la esquina que estén dispuestos a devorarnos.
Hoy lo que está haciendo que la respuesta de estrés este siempre activada – un estrés crónico de baja intensidad – es nuestro perjudicial estilo de vida.
El estrés hoy lo desencadena, la amenaza psicológica constante de:
- El querer llevar 40 mil cosas a la vez.
- El quererlo todo de si mismo o del otro.
- El miedo a la incertidumbre de tu futuro laboral.
- Los turnos prolongados de trabajo.
- El querer ganar más y más dinero.
- El competir con tu vecino a ver quien tiene el mejor coche.
- Las peleas familiares por la ausencia de conciliación de la vida familiar.
- La educación cada vez más difícil de tus hijos.
Son signos de estrés:
- Mala memoria.
- Dolores de cabeza.
- Falta de atención y concentración.
- Problemas para dormir o dormir demasiado.
- Irritabilidad, ira, gritos, malas contestaciones.
- Problemas sexuales.
- Cervicalgias.
- Bruxismo.
- Cansancio.
- Malestar de estómago.
- Uso de alcohol o drogas para relajarse.
- Pérdida o aumento de peso.
- Dolores y achaques frecuentes.
- Diarrea o estreñimiento.
Este estrés crónico es fuente de múltiples patologías orgánicas
- Presión arterial alta
- Infartos de miocardio
- Ictus
- Diabetes
- Obesidad
- Alteraciones menstruales
- Impotencia
- Frigidez
- Acné, eczemas, herpes, aftas
- Alopecia, Canicie precoz
- Insomnio
- Depresión
- Ansiedad
- Infecciones
Los glucocorticoides
Producidos en exceso por el estrés, destruyen las sinapsis, particularmente en el hipocampo, deteriorando e impidiendo con ello los procesos de memoria.
Si las situaciones de estrés persisten, el daño cerebral se puede extender a otras áreas cerebrales como la corteza prefrontal (alterando los procesos mentales relacionados con la realización de planes inmediatos o futuros y la toma de decisiones) y los ganglios basales (coordinación de movimientos, recompensa y placer).
¿Cómo podemos evitar, regular y gestionar el estrés?
- Aceptando tus limitaciones y proyectando objetivos más asequibles.
- Siendo asertivo: aprendiendo a decir no. A decirte a ti mismo y al otro, que por ahí no pasas. Que no quieres, que tienes suficiente.
- Al mismo tiempo, no exigiendo a los demás lo que tu no eres capaz.
- Aprendiendo a distinguir entre “lo fundamental y lo accesorio”. Cuando uno llega a aprender bien esto e interiorizarlo, adquiere sabiduría. Lo fundamental es tener una casa, lo accesorio es tener un ático; es necesario tener un coche para desplazarte hoy día, pero es accesorio que ese coche sea de lujo. Por supuesto que, si la vida te sonríe y te lo puedes permitir, adelante, para eso está el dinero, para gastarlo. Pero no pierdas el norte. Si te paras a pensar un poco, da igual.
- No irritándote, no disgustándote. Recuerda el proverbio de Confucio: “si algo tiene solución, para que me voy a preocupar, y si no la tiene, para que me voy a preocupar”.
- Practicando la relajación mental, el dejarte ir, el quedarte un rato tranquilo, contigo mismo. Parando. Haciendo un “stop” de vez en cuando en tu voraginosa vida.
- Disfruta de tu familia y de tus amigos. Dedícales tiempo. Está ahí cuando te necesiten. Ellos son lo mas importante que tienes.
- Yendo lento por la vida. No vayas corriendo al trabajo, no comas rápido, no quieras hacer mil cosas a la vez: cocina a fuego lento y goza de la preparación del guiso; come despacio y mastica la comida lentamente, saboreándola, degustándola, no tragándola; pasea o monta en bici, pero no para llegar antes, sino para disfrutar de ello; conduce despacio y disfruta de ello; haz las cosas de una en una; ve más al campo, a los parques y a los jardines. Y nuevamente el ejercicio físico. Es un magnifico antídoto contra el estrés. Recuerda: camina camina, camina. Pero cuando salgas a pasear, a correr, hazlo lentamente. No. No es una contradicción. Corre, pasea, pero con tu mente calma, lenta y relajada. No tienes necesariamente que ir a correr; pasear a buen ritmo al menos una hora al día es más que suficiente para ayudarte a liberar el estrés. Si sales a correr, mejor, pero si no puedes, pasea.